Se suele afirmar que nuestros bancos y compañías aseguradoras de vida son entidades financieramente sólidas y seguras. La crisis financiera del año 2008, con el consiguiente rescate del sistema financiero americano e inclusive del europeo por parte de la Reserva Federal americana, seguida ahora por la crisis de la zona euro, debiera llevar a recapacitar sobre la verdadera solidez de nuestro mercado de capitales y las medidas para apoyarlo y hacerlo más competitivo.El gran soporte de nuestro mercado de capitales, más allá de aquel obvio dado por la trayectoria de desarrollo del país y sus políticas, está en los fondos de pensiones, que por definición no se endeudan sino que administran los recursos previsionales de ahorro obligatorio y entregan lo que tienen. Hoy acumulan US$ 144 billones, invirtiendo directamente en los bancos y las grandes empresas del país alrededor de US$ 26 billones y US$ 30 billones, respectivamente.
Por otro lado, el mayor riesgo para el sistema está en las instituciones que sí comprometen pagos a futuro, con razones de activos a patrimonio muy altas que extreman los shocks que sufre la economía. A diciembre del 2011 las compañías de seguros de vida manejaban activos por US$ 41.5 billones – US$ 8.5 billones en los bancos – y un patrimonio de US$ 4.5 billones, con una relación de activos a patrimonio superior a las 9 veces. Sin embargo, si se corrigen totalmente los pasivos de las compañías aseguradoras por las mayores expectativas de vida y se considera una menor tasa de descuento a la actual, entonces la razón anterior puede superar las 20 veces, en que si el activo cae en un 5% no queda patrimonio. No se puede aquí olvidar que el 60% de las pensiones domésticas – en valor – se paga por la vía de rentas vitalicias garantizadas por estas mismas compañías, rentas que algunos años ya han superado los ingresos por nuevos entrantes. En el caso de la banca, donde tres bancos concentran el 52% de los créditos y las controvertidas sociedades de apoyo, a junio de 2012 manejaba activos por US$ 266 billones y un patrimonio de US$ 20.5 billones, con una razón de activos a patrimonio de 13 veces, muy superior a la actual de Estados Unidos de ocho veces e incluso a aquella de la afligida zona euro de 12 veces.En el agregado el país está sólido, pero el riesgo sistémico derivado de este apalancamiento y de las inversiones cruzadas de los inversionistas institucionales en los bancos no es menor. Ante cambios pequeños, todo se puede manejar; el problema está en los cambios inesperados mayores. Y ahí la prudencia obliga a bajar estas razones y la interrelación de inversiones.
¿Por qué este apalancamiento? Probablemente porque frente a una estructura de capitales como ésta son los propios actores los que en cierta medida, protegidos por la autoridad, se arriesgan más y ésta, como contraprestación, los regula en los hechos con una mayor rentabilidad y concentración del crédito.
Pero el mundo ha cambiado y su dinamismo es patente. Es preferible optar por mercados más competitivos e instituciones menos apalancadas e interrelacionadas. Si ello lleva a doblar el capital actual para el mismo nivel de activos, que así sea. La próxima crisis el país lo va a agradecer.
Manuel Cruzat Valdés
Artículo publicado en Diario Financiero
20 de agosto de 2012
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