US$ 500 billones: costo del Frente Amplio y el PC

Si bien Chile empezó a trastabillar en su crecimiento y empuje antes del año 2014, con Bachelet II y su impulso refundacional que luego cristalizarían en el cuasi derrocamiento de Piñera y la fallida Convención Constitucional, la década perdida 2014 – 2023 va a pasar a ser parte de uno de los capítulos más tristes y oscuros de nuestra historia.

El costo de este experimento, una mezcla compleja de voluntarismo ciego, odios solapados, delincuencia, incompetencia y arrogancia ya ha sido enorme para el país y lamentablemente va a continuar creciendo en la medida que sus grandes promotores no se desistan de su fantasía.

La vara mínima a contrastar la evolución de Chile es con aquella del mundo. Un país tan sólo del medio … Chilito sin alas.

Entre los años 2013 y 2023 el PIB del mundo creció un 35% real (3.1% anual), mientras que el chileno lo hizo en un 20% real (1.9% anual). A simple vista, la diferencia de tasas de crecimiento real anual no habría sido tan dramática, pero se suele olvidar que el verdadero impacto de éstas está en su naturaleza acumulativa. Y ahí las cifras divergentes son enormes a medida que avanza el tiempo.

Si tan sólo Chile hubiera crecido tal como el mundo lo hizo, el costo para Chile de esta irracional aventura habría sido de US$ 237 billones en diez años.

Pero éste sería el mínimo costo, pues con las condiciones de riquezas naturales, apertura al comercio exterior, exigencia de competencia, capital humano y una base institucional hoy vapuleada pero sin embargo resiliente, Chile debería haber estado ubicado al menos en una trayectoria de crecimiento un punto superior al ritmo mundial.

La cuenta de verdad entonces habría rondado los US$ 500 billones, o 1.5 veces el PIB de Chile del año 2023 (US$ 335 billones).

Lo más dramático de todo esto, más allá de estar o no conscientes de este costo para el país, es que aparentemente tampoco les importa mucho.

El castigo de no ser eventualmente reelectos no se condice, en realidad, con el daño que a todos, actuales y futuras generaciones, infligen. Es una imperfección que nuestras democracias deberían corregir.

Durante la época colonial – e incluso en la Roma de Oriente -, existían los Juicios de Residencia … Su quizás mal uso ocasional en el pasado no debería ser óbice para acordar un mecanismo que diera mayor legitimidad a democracias con derechos y también deberes, de capitán a paje.

Manuel Cruzat Valdés

23 de septiembre de 2024

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